domingo, 28 de junio de 2009

¿Qué es el Manifiesto de la Stevia? Juan (Artesa de Segre)


El "Manifiesto de la Stevia" es un documento promovido por el movimiento Slow Food, con el objetivo de alertar sobre la importancia de esta planta dulce que tiene importantes beneficios para la salud humana. La Stevia es una planta que se ha convertido en el símbolo de autonomía contra las farmacéuticas y de la lucha contra los transgénicos. Reproducimos, dado su interés, el texto de este manifiesto que puede descargarse desde la web de Slow Food:

La Stevia o “hierba dulce” es una planta originaria del Paraguay, llamada originariamente Ka´a he´e, en guaraní. Puede endulzar los productos de manera natural y sin calorías, lo que vendría a suponer una revolución en el campo de los edulcorantes.

• Según diversas fuentes, la Stevia, en su forma natural, es 15 veces más dulce que el azúcar de mesa y su extracto, rico en esteviosido y rebaudiosido, unas 200 veces más. Por otra parte, su ingesta no afecta a los niveles de azúcar sanguíneo sino que los regula.

• Recientemente, entre las conclusiones de la segunda reunión internacional de la Stevia (Asunción, Paraguay,2006), se presentaron públicamente los resultados de los estudios requeridos por el Joint FAO/WHO Expert Comité on Food Aditives (JECFA), con objeto de lograr el status definitivo de los Steviolglucosidos, e iniciar las gestiones posteriores que permitan la apertura de la comercialización internacional de la Stevia en los países que aún hoy no esta autorizada.

• Por otra parte, científicos de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), presentaron nuevas perspectivas muy prometedoras de los componentes de la Stevia en el tratamiento de la diabetes tipo-2, resultados que también se están constatando en afectados por esta enfermedad en España e incluso con casos del tipo-1. También se está avanzando en identificar sus propiedades como antiséptico bucal y antiinflamatorio. Y en Japón esta muy extendido su uso incluso como mejorante del suelo, plantas y animales.

• Ya este año 2007 se ha conseguido que la FAO y la OMS, ante las determinaciones de inocuidad, incluyan a la Stevia en una lista temporal, como paso previo para el definitivo pasaje a su “Codex Alimentarius”. De hecho, el JECFA ya admitió la ingesta de hasta dos miligramos por kg. y día de glicósidos de esteviol (calculados como Steviol), cantidad muy alta que abre una vía clara para el reconocimiento generalizado.

• Según las investigaciones que se citan, se constata que el consumo de Stevia a largo plazo es seguro en humanos y su consumo influye de manera favorable en los niveles de glucosa en sangre de los diabéticos y en los de presión arterial de los hipertensos. Así mismo, su consumo no modifica otros parámetros (lípidos, función renal y hepática).

• Hasta el momento, EEUU autoriza su comercialización en herboristerías y está bastante extendido su cultivo, además se consume legalmente desde hace muchos años en Japón, Corea del Sur, China, así como en gran parte de Latinoamérica (Brasil Colombia, Argentina, Perú…) y sobre todo en Paraguay, país originario de esta planta, que debe jugar un papel importante en la promoción y distribución de semillas y variedades que permitan la extensión de su cultivo a nivel mundial. En Europa no se admite su venta, aunque en Alemania su consumo es tolerado, siendo uno de los principales importadores y exportadores de Stevia del mundo.

• En definitiva, la Stevia se perfila como una planta extraordinaria que podría beneficiar la salud de la humanidad y contribuir a la mejora de la economía de los campesinos, ante la gran demanda que se avecina de esta hierba dulce.

• En Junio de 2007 hemos conocido cómo dos multinacionales, Coca Cola y Cargill, informan que han patentado un producto derivado de la stevia llamado “rebiana”, al que han asociado hasta 24 patentes, fundamentalmente en relación con extraer los extractos de las hojas y que no deje el sabor amargo que tiene el estevoisido, quizá utilizando preferentemente el rebaudiósido, que no tiene este amargor. De ahí, quizá, el nombre de la patente. No obstante, estas técnicas y los procesos productivos son conocidos y están patentados desde hace años en Japón.

• Slow Food, ante las perspectivas de futuro de esta planta, reclama y apoya una producción de estevia abierta a las diferentes comunidades agrícolas a nivel mundial, y un incremento de su consumo que permita un uso generalizado a la vista de sus cualidades medicinales y alimentarias. La Stevia debe ser declarada patrimonio agrícola y salutífero de toda la humanidad a través de la acción permanente de las comunidades agrarias y de consumo a escala internacional.

• Por todo ello, Slow Food se manifiesta de forma activa para resistir a las tendencias de privatización mercantil de este patrimonio agrario. Consideramos fundamental resaltar no solo sus propiedades como edulcorante, sino lo que es quizá más importante: su capacidad medicinal. Como buena comida que si, además, se produce limpiamente favoreciendo su cultivo ecológico y se consiguen precios justos para los productores, puede constituir un apoyo fundamental a la soberanía de las comunidades del alimento. En definitiva, no se puede patentar la vida, ni la salud de los hombres: ello es patrimonio de todos.

Más sobre la Stevia Rebaudiana...

Manual de Cultivo

HAZTE VEGETARIANO , POR LOS ANIMALES Y POR EL AGUA


Interesante análisis y propuesta, para ayudar a salvarnos en este planeta, a traves de un consumo sostenible de recursos como son los vegetales.
Precioso video de Anima Naturalis.
fetoPAX!

jueves, 25 de junio de 2009

Entrevista completa a María Dolores Raigón Jiménez. Ingeniera agrónoma. Experta en Agroecología.

En los últimos años, usted ha dirigido varias investigaciones sobre análisis comparados de alimentos ecológicos y convencionales en cuanto a su calidad nutricional ¿En qué han consistido esos estudios?

Esos estudios se han centrado en el análisis bromatológico de alimentos frescos (frutas y verduras), realizado según un diseño comparativo en técnicas de producción ecológica y convencional, evaluando el contenido en materia seca, mineral, vitaminas, proteínas y sustancias antioxidantes. Además, en algunas hortalizas se ha analizado también la concentración de antinutrientes, como los nitratos. Con el mismo objetivo, también hemos estudiado la composición, vinculada a la calidad, de dos alimentos de origen animal, con un altísimo consumo, como son los huevos y la carne de conejo. En estos trabajos se han empleado variables, como los métodos de riego, la influencia de la asociación de cultivos, la influencia del suelo sobre la composición de alimentos, la influencia de la alimentación del animal, el bienestar animal, etc. De ellos, hemos podido concluir que los alimentos ecológicos presentan mayor concentración en proteínas, (tanto en alimentos de origen animal como vegetal), mayor contenido vitamínico (en frutas y verduras), mayor contenido mineral (en frutas, verduras, y alimentos en grano, como leguminosas y cereales) y mayor nivel de sustancias antioxidantes (en frutas, verduras y en aceite de oliva). Por otra parte, los alimentos ecológicos contienen mayor concentración en materia seca, que influye tanto en la mayor concentración nutricional, como en las mejores aptitudes en post-cosecha.

En la medida en que los alimentos ecológicos son beneficiosos para la salud humana se podría afirmar que, posiblemente, el ahorro en gasto sanitario sería mayor si la alimentación ecológica estuviese más extendida. ¿En que medida nos afecta el tipo de alimentación basada en manufacturados, a los que se añaden productos químicos y que en su origen han sido tratados con productos fitosanitarios y fertilizantes de síntesis?

En la actualidad se conoce con mayor exactitud la composición de los alimentos, los nutrientes que presentan y la función que cada nutriente tiene sobre nuestro organismo. Pero este conocimiento en muchos casos no va acompañado de la mejora en la alimentación, ya que la intensificación de la agricultura y la ganadería, así como la tecnificación en la elaboración de alimentos, hace que muchos de los nutrientes disminuyan o desaparezcan. Además, se introducen nuevas sustancias, como los aditivos alimentarios que pueden, en algunos casos, ser perjudiciales. Los alimentos elaborados por técnicas intensivas han sido asociados con la aparición de alergias alimenticias, estados carenciales de nutrientes, bajada de defensas, disminución del estado oxidativo del organismo, y alto riesgo de intoxicación por sustancias químicas, etc. En la medida en que reduzcamos la carga química y ambiental procedente de los alimentos, estaremos contribuyendo a la mejora de nuestra salud. Y no hay que perder de vista que esto significa menor gasto sanitario, con las repercusiones sociales y económicas que ello significa. Hipócrates, considerado el padre de la medicina, lo dijo hace más de dos mil años: «que tu alimento sea tu medicina».

Para contemplar con realismo una generalización de la alimentación ecológica en la sociedad, la actitud de los consumidores se debería orientar hacia hábitos totalmente distintos en muchos ámbitos de su vida diaria. ¿Estamos realmente concienciados para afrontar los cambios que supondría una alimentación basada en la producción ecológica, local y de calidad?

Personalmente creo que no, porque son muchas las influencias y presiones indirectas que recibe el consumidor. Pero últimamente, me da la impresión de que algo está cambiando y cada vez más, me encuentro con grupos de consumidores concienciados en cuanto a la alimentación respetuosa, lo que incluye que la producción sea lo menos impactante, que respete el bienestar animal y que los circuitos de distribución sean cortos. Curiosamente, estos grupos son personas jóvenes, no pertenecientes a una clase social alta y eso es un elemento indicativo sobre el cambio experimentado, ya que hace unos años el consumo ecológico implicaba un producto caro y de escasa distribución.

El consumidor de productos ecológicos se encuentra en numerosas ocasiones con dificultades para encontrar productos de este tipo en el mercado, preguntándose donde está la causa de dicha escasez. En su opinión, ¿cuáles son los obstáculos principales para un mayor desarrollo de la industria agroalimentaria de carácter ecológico, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, y cómo se podrían superar esas dificultades?

La agricultura ecológica en España desde el periodo 2004-2008, viene experimentando una tasa global de incremento del 80% con respecto a la superficie y del 33% con respecto al número de operadores, lo que sitúa a España en uno de los primeros puestos de países productores, tanto en el marco comunitario como mundial. Pero el principal problema para el consumo español es que se trata de una producción meramente exportadora, siendo escasa la producción destinada al consumo interno. De la misma manera, el consumidor ecológico tiene un problema con la distribución, ya que los canales no se encuentran en la ruta diaria de compra y eso genera incertidumbre a la hora de comprar los alimentos. Frente a este panorama, la acción viene determinada por nuestra voluntad, ya que presionando sobre la demanda se puede regular la situación de la oferta. Un ejemplo lo tenemos en el incremento que han sufrido las pequeñas ventas directas de “ecocajas” a los productores, donde el consumidor ha visto la solución a la compra de fruta y verdura fresca y ha eliminado el circuito tradicional, lo que ha generado un mayor número de productores con este sistema de comercialización.

Una de las consecuencias más inmediatas de la producción de alimentos ecológicos sería la reducción del uso de productos tóxicos en la naturaleza y, en definitiva, de la contaminación de los ecosistemas. ¿Cree que, aparte de los beneficios para la salud, el fomento de los valores ambientales de la producción ecológica podría ser una de las claves para generalizar su demanda? ¿Tiene información o evidencias de que el cultivo de alimentos ecológicos favorezca la biodiversidad?

Cuando hablamos de agricultura ecológica, tenemos que referirnos a sus principales objetivos, entre los que destaco: 1) trabajar con los ecosistemas de forma integrada; 2) mantener y mejorar la fertilidad de los suelos; 3) producir alimentos libres de residuos químicos; 4) utilizar el mayor número de recursos renovables y locales; 5) mantener la diversidad genética del sistema y de su entorno; 6) evitar la contaminación resultante de las técnicas agrarias; 7) permitir que los agricultores realicen su trabajo de forma saludable. En todos estos objetivos se puede leer, entre líneas, el incremento de la biodiversidad, ya que se debe tratar de integrar los sistemas agrícolas y ganaderos, lo que implica aumento de la diversidad; mantener la fertilidad de un suelo implica el incremento de sus microorganismos, necesarios para los ciclos elementales de la materia orgánica, lo que se traduce en incremento de la diversidad; las prácticas de técnicas de policultivo, como son la introducción de setos, que pueden contener fauna beneficiosa, o la implantación dentro de la misma parcela de técnicas de asociación de cultivos, evidentemente incrementa la diversidad; pero quizás lo más importante sobre el incremento de la biodiversidad sea actuar sobre la diversidad genética de la explotación, introduciendo variedades vegetales antiguas, tradicionales y bien adaptadas a cada suelo y clima, así como razas autóctonas que le dan al territorio un considerable valor añadido. La FAO en el Primer informe sobre el estado de los recursos fitogenéticos, de 1996, apuntaba que la principal causa de erosión genética del planeta era la sustitución de variedades locales por variedades comerciales. Por tanto, las técnicas ecológicas de producción pueden ser un recurso muy válido para actuar sobre la biodiversidad.

Como investigadora, ¿cuál es el papel que desempeña o debería desempeñar la ciencia en la época actual en cuestiones tan vitales como la alimentación humana?

Los avances en el conocimiento de la composición de los alimentos, así como las funciones de los nutrientes, son cada vez más específicos y las conclusiones más importantes, y en esa línea se está trabajando bien. Se debería profundizar en cómo las técnicas productivas influyen en la composición de los alimentos y en cómo los agentes ambientales vinculados con la alimentación repercuten sobre la salud y, en este sentido, trabajar sobre los alimentos menos intervenidos, como base para disponer de alimentos más sanos. Uno de los trabajos que, en mi opinión, siempre está pendiente de ser realizado es el estudio de la influencia de una dieta ecológica sobre la salud, evaluando la incidencia de enfermedades, las defensas, el estado oxidativo, etc.

También es usted profesora universitaria, ¿considera la cuestión de la producción ecológica y el consumo como uno de los pilares básicos en educación ambiental de cara a la sociedad?

Generalmente, en el nivel universitario, la persona ya tiene un nivel de concienciación establecido que se adquiere en estadios de formación anteriores. Aunque en cada etapa del ser humano hay que incidir sobre los buenos hábitos alimenticios, la repercusión sobre la salud, la influencia de la producción sobre el medioambiente, etc., creo que donde más se debe insistir en ello es en la infancia. En ese momento la persona es susceptible de almacenar la buena información, para cuando la necesite en su período de adulto, teniendo en cuenta que los niños son los consumidores del futuro. En este sentido, es vital crear en la infancia bases de conocimiento sobre las prácticas respetuosas de producción de alimentos, y que el niño, en algún momento, pueda convivir con esas prácticas como plataforma de la sostenibilidad. Por otra parte, con una correcta alimentación desde la infancia, se podrían subsanar muchas de las enfermedades del momento, como las alergias, la obesidad, los problemas cardiovasculares, etc.

Desde la perspectiva de la agricultura ecológica se plantea la redefinición del sistema de producción agrario. ¿Cuáles deberían ser los pilares básicos de un sistema agrario más racional, sostenible y en consonancia con el desarrollo humano y natural del planeta?

Insisto en que los pilares ya nos vienen definidos por el Reglamento (CE) nº 834/2007, donde se dice textualmente: «La producción ecológica es un sistema general de gestión agrícola y producción de alimentos que combina las mejores prácticas ambientales, un elevado nivel de biodiversidad, la preservación de recursos naturales, la aplicación de normas exigentes sobre bienestar animal y una producción conforme a las preferencias de determinados consumidores por productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales. Así pues, los métodos de producción ecológicos desempeñan un papel social doble, aportando, por un lado, productos ecológicos a un mercado específico que responde a la demanda de los consumidores y, por otro, bienes públicos que contribuyen a la protección del medio ambiente, al bienestar animal y al desarrollo rural».

Para que un alimento pueda identificarse con el logo de control de “agricultura ecológica”, debe de ser producido atendiendo a las pautas indicadas en el Reglamento. Aunque me gustaría también resaltar que existen productores respetuosos que desde siempre han compartido la ideología de la producción ecológica y han practicado únicamente técnicas educadas, y que, aunque no estén inscritos en ningún organismo de control y certificación, son una referencia de importancia. Además este grupo de productores son los que acuden a los mercados de cercanías y pueden tener un gran peso específico en el incremento del consumo y en la integración de los recursos renovables en sistemas agrícolas locales, pilar fundamental para el desarrollo humano y natural del planeta.

Recientemente, en una reunión ministerial de alto nivel organizada por el Departamento de Naciones Unidas para Asuntos Económicos y Sociales y por el gobierno de Namibia, enmarcada en los trabajos de la Comisión para el Desarrollo Sostenible (CDS), se acordó defender un nuevo modelo agrario basado en la producción ecológica como la mejor forma para proteger el medio ambiente y garantizar, a la vez, la seguridad alimentaria y el desarrollo social en África. ¿Realmente puede la agricultura ecológica desempeñar un papel esperanzador a nivel económico y social en la realidad comercial del mercado agrario de estos países?

Es alentador conocer que los gobernantes ven en el modelo ecológico una alternativa sostenible y viable. Realmente pienso que puede ser eficaz, ya que los pueblos han sido capaces de generar sus propios recursos, y sobre todo, los alimenticios. Creo que una agricultura y una ganadería basadas en el conocimiento del medio y en los recursos propios puede, a medio y largo plazo, ser más capaz de suministrar alimentos a la población, interviniendo sobre aspectos lógicos como la biología del suelo, para hacer este medio productivo fértil, interviniendo sobre el equilibrio biológico, sin necesidad de hipotecar recursos en la compra de insumos externos.

Al hablar de alimentación y agricultura, es inevitable, hoy en día, mencionar la biotecnología y los organismos modificados genéticamente. Algunas variedades transgénicas de productos básicos, como el arroz, el maíz y otros cereales, están siendo ampliamente cultivadas en muchos países del mundo (Argentina, EE.UU., Brasil e incluso España). ¿En qué medida supone el cultivo de estas variedades una amenaza para la agricultura ecológica?

Los organismos modificados genéticamente (OMG) y los productos producidos a partir de ellos, o mediante ellos, son incompatibles con el concepto de producción ecológica, por normativa. En concreto suponen una amenaza a la biodiversidad; algunas de sus bondades no son tan manifiestas, y obligan al productor a aceptar el paquete tecnológico unido a esa semilla, lo que lo hace un sistema totalmente dependiente de insumos externos. Por otro lado, cada vez son más los países que prohíben la entrada de alimentos que procedan de OMG, y debemos de atender esas demandas sociales y comerciales y anticiparnos con una oferta de alimentos más sostenibles, ya que el patrimonio genético es amplísimo para alcanzar de forma natural atributos de calidad nutricional y organoléptica con las variedades antiguas, sin necesidad de recurrir a las modificadas.

Y ya que mencionamos España, ¿por qué países como el nuestro, tan defensor de la cocina de calidad y de la dieta mediterránea, está sin embargo tan por detrás del resto de Europa en lo que se refiere a demanda de alimentos ecológicos?

España cuenta con una diversidad edafoclimática muy amplia y una cultura de la producción agroalimentaria extraordinaria, generando un perfil de alimentos muy diversos y complementarios en cualquier temporada, lo que hace de su gastronomía un lujo a cualquier nivel, siendo el patrimonio cultural más importante que hemos podido heredar. Algunos países de nuestro entorno están más limitados y dependen, en gran medida, de la importación; es en estos países donde en primera instancia saltaron las alarmas sobre la carga química de los alimentos, los malos hábitos alimenticios y sus repercusiones sobre la salud, y una generalizada concienciación ha ido convirtiendo a la población a los nuevos modelos, dando como resultado una fuerte demanda de alimentos ecológicos. En España, el modelo lo tenemos, a falta de introducir esa materia prima, que son los alimentos ecológicos, y para eso hace falta formación e información sobre la materia, para conseguir un consumidor respetuoso y concienciado.

Anecdóticamente, algunos de los consumidores convertidos a la demanda ecológica, han pasado por una enfermedad grave, o el fallecimiento de un familiar directo por alguna causa vinculante, etc. Sin necesidad de llegar a esos extremos, tenemos la obligación de ir dando a conocer las bondades de la producción ecológica y generar demanda, lo que hará que incremente la producción.

Últimamente están surgiendo muchas iniciativas encaminadas al fomento de huertos urbanos y peri-urbanos en muchas ciudades de Europa, como alternativa a los sistemas de producción y distribución convencionales. ¿Cree que el éxito futuro de la producción ecológica puede venir por ese camino?

El éxito de la producción ecológica viene de la mano de sus bondades. Pero en ese sentido, hay iniciativas que contemplan proyectos muy interesantes como son los huertos peri-urbanos, los huertos escolares, etc. Son iniciativas que también existen en nuestro país, como en el caso del Parque de Miraflores en Sevilla, en Alicante, y en municipios de menor envergadura. Estos proyectos son de altísimo valor por el compromiso social, medioambiental, de recuperación de tradiciones y cultura, y es un acercamiento directo de la producción respetuosa al consumo.

Entrevista realizada por José F. Gómez Sánchez

Vídeo de M.Dolores Raigón